SALUD AMBIENTAL
Según datos del Ministerio de Medio Ambiente la contaminación ambiental mata al año a 16.000 personas en España siendo el triple los fallecimientos por esta causa que por accidentes de tráfico. La OMS atribuye a la contaminación atmosférica el 1,4% de las muertes en el mundo y en Europa entre un 1,8% y un 6,4% de las muertes de niños hasta 4 años son causadas por partículas contaminantes procedentes del exterior. La contaminación interior en los hogares supone un 3,6% de los fallecimientos.
Muchas de las enfermedades y patologías que afectan a la salud humana tienen que ver cada vez más con la calidad del aire que respiramos en los espacios interiores. Según estudios realizados por la U. S. Environmetal Protection Agenci (EPA) las personas pasamos el 90% de tiempo en espacios cerrados, oficinas, vehículos y centros de ocio en los que el aire a veces se encuentra mucho más contaminado y degradado que en el exterior.
Los recintos interiores en los que se desenvuelven nuestras vidas presentan además de contaminación del aire, niveles de oxígeno muy bajos que afectan a la correcta respiración de nuestras células, a sus funciones metabólicas y a nuestro sistema inmunitario de defensas.
Muchas veces el aire presenta contaminación biológica como bacterias, virus, hongos, esporas, ácaros, alérgenos animales y sintéticos además de otras partículas y contaminantes inorgánicos, gases, humos y grandes cantidades de aire viciado, llenos de anhídrido carbónico procedente de la respiración de otras personas, animales o plantas.
Cada vez más, las personas conviven en medio de contaminación electrostática presente ya no solo en oficinas e instalaciones industriales sino en domicilios con una gran abundancia de aparatos electrónicos, ordenadores, televisores, teléfonos móviles, microondas, etc.
Entornos interiores con diferentes tipos de contaminación que afectan a nuestra salud y degradan nuestra calidad de vida, propiciando enfermedades nuevas y patologías con cuadros clínicos que no tenían nuestros antepasados, y que tienen relación directa con el aire que se respira. Los síntomas que se relacionan con una deficiente calidad del aire son: dolor de cabeza, mareos, nauseas, fatiga, piel seca, irritación de ojos, congestión de senos nasales y tos. No hay que olvidar que un aire de mala calidad también puede provocar reacciones psicológicas complejas, cambios de humor, de estados de ánimo y dificultades en las relaciones interpersonales. |